Daniel Noboa decretó un estado de excepción durante 60 días.
Mientras las autoridades policiales y gubernamentales declaran que se han reducido los asesinatos violentos, los secuestros y extorsiones, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa decretó ayer, por cuarta vez desde que ocupa el cargo, un estado de excepción durante 60 días.
Efectivamente, las cifras de los organismos de seguridad dan cuenta de un incremento considerable en lo que va de este año. Sin embargo, las declaraciones públicas de la ministra del Interior, Mónica Palencia, señalan lo contrario, pues para ella hay una reducción de 18 por ciento y los documentos policiales indican que de enero a julio la variación relativa de incremento es de 47 por ciento.
El estado de excepción -medida extrema e inexplicable para los expertos- se aplica a seis provincias y dos cantones: Guayas, Los Ríos, Manabí, Orellana, Santa Elena, El Oro. Además, Quito, en Pichincha, y Camilo Ponce Enríquez, en Azuay. Además, incluye un toque de queda nocturno en 19 cantones y una parroquia de Guayaquil.
Dentro de la legislación ecuatoriana, este decreto debe ser revisado por la Corte Constitucional, que anteriormente dio de baja los dos primeros intentos de estado de excepción focalizado. Sin embargo, en el anterior al de ayer, esa misma Corte avaló la medida, pero solo aceptó el argumento de “grave conmoción interna” y desechó la causal de “conflicto armado interno”.